martes, 25 de julio de 2017

El asalto al cuartel Moncada abrió el camino de la victoria revolucionaria

26 de Julio de 1953 Rafael Carela Ramos El 26 de Julio de 1953, hace ahora 64 años, con el asalto a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, se inició la fase de la acción armada como método principal de lucha contra la tiranía batistiana que detentaba el poder en el país, y que culminaría con la victoria cinco años y meses después. De estos hechos se ha hablado y escrito mucho; miles de cuartillas se han llenado con datos, documentos y los testimonios de participantes; pero nunca está demás detenerse en hechos significativos, como la diferencia de hombres y armamentos, favorables a las fuerzas del tirano, y la diferencia ética en la conducta de las partes contendientes. Liderados por Fidel Castro, un grupo de 160 hombres llegaron a Santiago de Cuba, de los cuales se escogieron 135 para el combate -131 participaron directamente en la acción-, los que iniciaron el ataque al Moncada, segunda fortaleza de la dictadura en el país, cuyo objetivo final era capturar y entregar las armas al pueblo, y con ello desencadenar la lucha armada contra la dictadura; en Bayamo participaron 28 combatientes; pero, a pesar del derroche de valentía y combatividad mostrados por los asaltantes de ambos cuarteles, no pudieron lograr la victoria militar. Los principales protagonistas del asalto al cuartel Moncada narran aspectos importantes de aquel hecho histórico: Raúl Castro: “Aquel no era el asalto a una fortaleza para alcanzar el poder con la acción de un centenar de hombres; era el primer paso de un grupo decidido para armar al pueblo, reunir después a los militares e invitarlos a abandonar la odiosa bandera de la tiranía y abrazar la de la libertad”. Así, pocos minutos antes de la cinco de la mañana, la fuerza revolucionaria, acuartelada en la Granjita Siboney, a unos pocos kilómetros de Santiago de Cuba, se puso en marcha. Eran 158 hombres y dos mujeres, en 16 carros, 10 en cada uno. En el primer grupo en el que iba Fidel, lo integraban 45 hombres. El Estado Mayor estaba integrado por: Fidel Castro Ruz, Abel Santamaría, José Luis Tasende, Renato Guitar, Antonio ( Ñico) López, Pedro Miret y Jesús Montané. La vanguardia que tomó la Posta 3 la integraban: Renato Guitar, José L. Tasende, Pepe Suárez, Jesús Montané, Pedro Marrero, Carmelo Noa, Ramiro Valdés, Gildo Fleitas y Pedro Miret. El armamento de los revolucionarios estaba compuesto por una ametralladora de mano calibre 45 y una carabina M-1, el resto eran escopetas de perdigones y pequeños fusiles calibre 22; el enemigo, que contaba según datos oficiales con unos 500 hombres, tenía tres compañías de fusileros, otra de 116 armas auxiliares: ametralladoras –incluyendo de calibre 50-, tanques, morteros y granadas de mano, y el resto personal militar diverso. Los revolucionarios que atacaron el Palacio de Justicia fueron Raúl Castro con 10 hombres, quienes ocuparon el edificio. “Con las armas que Raúl y el grupo que comandaba quitaron a los custodios de la Audiencia, sostuvieron el fuego desde la azotea hacia el cuartel, hasta que se les terminó el parque. Del cuartel disparaban hacia el Palacio con una ametralladora calibre 50”. (Martha Rojas, periodista que reportó el juicio contra los moncadistas). De igual forma, “Abel Santamaría, con 21 hombres, ocupaba el Hospital Civil; iban también con él, el doctor Mario Muñoz y dos compañeras: Haydee Santamaría y Melba Hernández”. (Fidel). Cuando estos últimos, a pesar de su valentía no pudieron lograr sus propósitos y se retiraban el hospital, llegaron los soldados, que no lo descubrieron en un primer momento porque los revolucionarios se vistieron de enfermos y se acostaron en las camas, pero al parecer una delación hizo volver a los uniformados, y los combatientes fueron descubiertos y posteriormente masacrados. Fallido el intento de tomar la fortaleza, después de más de dos horas de combate, Fidel, que no quería retirarse, ante la difícil situación, no tuvo otra alternativa que dar la orden de retirada. Terminaban así las acciones militares del 26 de Julio en Santiago de Cuba. Después del asalto, los esbirros del tirano, cumpliendo sus órdenes de matar a diez revolucionarios por cada soldado muerto en combate, se dieron un baño de sangre con los asaltantes prisioneros. Reflexionando sobre los resultados de las bajas en los combates, Fidel señaló: “Si el ejército tuvo 19 muertos y 30 heridos, ¿cómo es posible que nosotros hayamos tenido casi 80 muertos y cinco heridos? Sólo seis asaltantes de los dos cuarteles habían perecido en la lucha, los setenta restantes, fueron asesinados…En cambio, 20 militares fueron prisioneros nuestros, y según sus propias palabras, no recibieron ni una ofensa. Por aquí han desfilado –en el juicio- treinta heridos del ejército, muchos de ellos en combates callejeros, y ninguno fue rematado.” “Nuestras pérdidas en la lucha – apuntó-, habían sido insignificantes; el 95 % de nuestros hombres muertos fueron producto de la crueldad y la inhumanidad cuando aquella hubo cesado”. Por su parte, Raúl subrayó: “El ataque al Moncada falló y el motor pequeño no pudo echar a andar el motor grande. Años después, en el Granma vendría de nuevo el motor pequeño…que continuador de las ideas y la acción del Moncada, echó a andar al motor grande, y con este la victoria de enero de 1959”. Fuentes: -La Historia me Absolverá -Periódico Combatiente (entonces órgano del Ejército Oriental) 15 de julio 1970. -Palabras de Fidel y Raúl. -EcuRed. Asalto al cuartel Moncada

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