lunes, 6 de enero de 2014

La Cuba capitalista nunca fue mejor que la de hoy

RAFAEL CARELA RAMOS Cuba.- Hay quienes, atraídos por la propaganda de los enemigos de este país, que han llegado a calificarlo como una de las naciones más florecientes de América Latina en los años 50, añoran volver a la Cuba de antaño, a la de antes del Primero de Enero de 1959. Con el respeto que me merecen las opiniones ajenas, voy a demostrar la inexactitud del calificativo, apoyándonos en datos estadísticas oficiales de entonces, de agencias internacionales y de una organización religiosa de la época. En los órdenes económico y social, la Isla distaba mucho de ser de las más desarrolladas de la región. Como se apunta en La historia de Absolverá, “salvo unas cuantas industrias alimenticias, madereras y textiles, Cuba era una factoría productora de materias primas. Se exporta azúcar para importar caramelos; se exporta cueros para importar zapatos; se exporta hierro para importar arados”. Así, expusimos en un análisis anterior, que el 23 % del ingreso nacional era aportado por el sector industrial. De este porcentaje, la mitad correspondía a la industria azucarera, que empleaba a 80 000 trabajadores, de un total de 270 mil existentes en el sector. Sólo 14 empresas no azucareras tenían más de 500 trabajadores, cifra considerada entonces dentro del marco de las grandes empresas. Un dato importante es que el 30 % de la población activa estaba desempleada o subempleada; no había, en lo fundamental, vacaciones retribuidas, salvo excepciones; y sólo tenían derecho a la jubilación el 52 % de los trabajadores. La situación en el campo era particularmente crítica, con un deprimente de “doscientas mil familias campesinas sin una vara de tierra para sembrar viandas para sus hijos”, precisa Fidel en La Historia me Absolverá. Particularmente reveladores de la desigualdad que había entonces, son los resultados de una encuesta realizada por la Agrupación Católica Universitaria sobre el nivel de vida de los obreros agrícolas, pues solamente el 4 % consumía carne; el 2.1 % comía huevos; el 1 % consumía pescado; y el 3,4 % comía pan. En cuanto a la Educación, aspecto esencial del desarrollo social, de acuerdo con datos oficiales, en 1958 funcionaban 7 768 escuelas públicas con17 355 maestros, una matrícula de 582 000 alumnos, y más de 120 000 escuelas privadas. La cantidad de niños en edad escolar rebasaba la cifra de un millón. Esta insuficiente atención a la Educación daba como resultado que la mitad de los niños y adolescentes cubanos no asistía la escuela, y que en el país hubiese 707 000 analfabetos, de una población de poco más de cinco millones de habitantes, entre otros males. Aunque no pretendemos ir comparando puntualmente cada aspecto expuesto aquí, por la obviedad de las cifras, sí diremos, por ejemplo, que en 1966, siete años después del triunfo de la Revolución, había ya 141 922 maestros y 1 322 000 alumnos matriculados. En materia de Salud Pública, otro medidor esencial del desarrollo, la situación era más deprimente aún, empezando por una mortalidad infantil de 60 por cada 1 000 nacidos vivos; un promedio de esperanza de vida entre 53 y 55 años; con 9,6 médicos por cada 10 000 habitantes; y en nuestras zonas rurales, en general, había carencia de médicos, enfermeras y hospitales. El presupuesto para la Salud Pública, antes del triunfo de la Revolución, era de 22 millones de pesos en el año, promediando 3,26 pesos por habitante. Y como no funcionaba ningún programa de salud, las enfermedades infecto contagiosas, como la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la gastroenteritis y el parasitismo pululaban, principalmente, en el universo infantil cubano. Todos estos datos de Educación y Salud se encuentran en archivos de la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud. La Cuba de la actualidad, no es una sociedad perfecta; todavía nos falta cambiar la mentalidad que obstaculiza el modo de hacer que necesitamos, y la cultura del trabajo, en consagración, disciplina y eficiencia que precisan estos tiempos; pero pese a nuestras limitaciones y dificultades, que se derivan de la galopante crisis económica-financiera global, el bloqueo de Estados Unidos –aunque algunos no quieran reconocerlo- y los errores cometidos, está muy distante de aquellos males de antaño, hijos del capitalismo. Este 2014 abrió su calendario con la descollante noticia de que la mortalidad infantil cerró el año anterior con un 4,2 por cada 1000 nacidos vivos; la esperanza de vida es de 79 años como promedio; y la erradicación de unas 10 enfermedades que antes eran un azote de la población cubana. Por otra parte, en Cuba hay alrededor de 2 millones de estudiantes matriculados en todas las enseñanzas y tipos de estudios, desde la Primaria hasta la Universitaria. En materia económica, el país se encuentra inmerso en la Actualización de su Modelo Económico, que ya presenta modestos avances, aunque todavía es una asignatura pendiente que requiere de mucho trabajo y eficiencia, pero en una situación muy diferente a la de aquella etapa anterior a Enero de 1959. La Cuba de antaño, nunca fue mejor que hoy.

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