viernes, 29 de abril de 2016

El fantasma del golpe parlamentario recorre Latinoamérica

Rafael Carela Ramos #SantiagodeCuba .-Un fantasma recorre los países latinoamericanos con gobiernos progresistas: El golpe parlamentario-mediático. Estos no son los años 70 u 80 del siglo pasado, cuando fuerzas armadas de América Latina, cuyos mandos eran preparados en la Escuela de las Américas, creada y financiada por Estados Unidos, daban golpes de estado e instauraban dictaduras militares, como en los casos de Chile, Argentina y Uruguay, en el cono sur, entre otros, que costaron miles de muertos y desaparecidos. Aquellos fueron golpes castrenses para derrocar a los gobiernos democráticamente elegidos, pero que eran contrarios al interés de EE.UU. Ahora, para alcanzar ese propósito, se manejan otros medios, como la guerra económica y las campañas mediáticas de desprestigio de dirigentes progresistas o de izquierda, con la complicidad, a veces, del poder judicial. Hoy las ideas y los hombres son diferentes, así como lo es también la correlación de fuerzas, lo que ha llevado al imperialismo y a las oligarquías nacionales a utilizar métodos diferentes, pero con el mismo objetivo de apropiarse del poder. Lo que está pasando en Venezuela, Ecuador y Brasil, por ejemplo, actualmente, no es nuevo, ya ha sido empleado antes con el resultado de haber derrocado a Manuel Zelaya, ex presidente de Honduras, en el año 2009, y a Fernando Lugo, de Paraguay, en el 2012. El inicio del proceso de la pérdida de la hegemonía de Estados Unidos en América Latina, según trabajo publicado en la revista especializada Panorama Mundial, se inició en diciembre del 2015, cuando asumió la presidencia Evo Morales, el primer presidente indígena y de izquierda. Poco después, en enero del 2016, la socialista Michelle Bachelet se convirtió en la primera mujer presidenta de Chile; En octubre de ese mismo año fue reelecto como presidente de Brasil, Lula da Silva. En noviembre fue elegido presidente de Nicaragua, Daniel Ortega; al que siguió Rafael Correa, en Ecuador, y concluiría el círculo con Hugo Chávez, en el mes de diciembre, al anunciar el nuevo socialismo del siglo XXI. Esos gobiernos, en una década, lograron grandes avances sociales, culturales, económicos, de salud, y elevaron el sentido de identidad, patriotismo e independencia de sus pueblos y naciones. Esto era demasiado para los poderes imperiales y oligárquicos del continente, que se dieron a la tarea de quebrar la unidad y rebeldía latinoamericanos, mediante los más inusitados medios. Para empezar, en Ecuador las campañas mediáticas contra el presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana no ha cesado un momento, igual que en Bolivia contra el Presidente Evo Morales, y como resultado de un referendo instado por la derecha, no podrá reelegirse al concluir su mandato. De todos estos casos, Venezuela ha sido el más golpeado; primero fue contra Chávez, quien se sometió a varios procesos electorales con el fin de revocarlo, sin que los enemigos lograran ese propósito; fue objeto de un golpe de estado, así como de todo tipo de ataques por los medios de prensa de la derecha oligárquica. El actual presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha debido enfrentar las llamadas “guarimbas”, destinadas a fomentar el caos en el país para propiciar la intervención de USA. El pasado año 2015 fue caracterizado por asesinatos políticos, desabastecimiento casi total, una despiadada guerra mediática contra el gobierno y el país, y el contrabando hacia Colombia de productos alimenticios y combustibles, que le han costado al país millones de dólares, precisamente en un momento de seria crisis económica interna e internacional. A ello se une la notable baja del precio del petróleo –de 120 dólares hace dos años a alrededor de 30 dólares actualmente-, su principal producto de importación, obligando a reducir los grandes proyectos sociales bolivarianos, con las consecuentes limitaciones adquisitivas, carencias y disgusto de parte de la población, lo que ha sido aprovechado por la derecha, ahora con mayoría en la Asamblea Nacional, que pretende lanzar un referendo revocatorio para sacar a Maduro del poder, cuestión que ha admitido públicamente, su presidente, el opositor Henry Ramos Allup. El caso de Brasil no es menos complicado. Allí se combinan problemas económicos, retrocesos electorales, crisis institucionales, denuncias de corrupción, pérdida de entusiasmo popular, y debilitamiento de liderazgos. Esta situación es utilizada por la derecha, que no se resigna a perder sus privilegios, y mediante el Parlamento, sin presentar pruebas ni argumentos legales, como ha denunciado la presidenta Dilma Rouseff, pretende someterla a un juicio político para destituirla del poder. Por el momento, la Cámara de Diputados brasileña ya aprobó el pedido de juicio político, y el Senado nombró una comisión, que determinará si la propuesta se lleva al pleno para su aprobación, al mismo tiempo que se pretende sacar a Lula de la próxima contienda electoral, por la vía judicial. De ser así, se consumará un hecho sumamente grave y de serias consecuencias para ese hermano país y Latinoamérica toda. En una Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, se afirma que “este golpe contra la democracia brasileña forma parte de la contraofensiva reaccionaria de la oligarquía y el imperialismo contra la integración latinoamericana y los procesos progresistas de la región”. Es la hora de la movilización popular. Los pueblos latinoamericanos tienen la palabra. Fuentes: -Rebelión, 1 de abril de 2016, España -La Marea, 5 de abril 2016, Ecuador. -Rebelión, 8 de abril 2016, España. -La Jornada, 5 febrero 2016, México. -Panorama Mundial, 2016, Cuba. -Granma, 18 abril, 2016.

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