viernes, 27 de octubre de 2017

Camilo era Camilo

CAMILO ERA CAMILO Rafael Carela Ramos Este 28 de octubre se cumplen 58 años de la desaparición física de un hombre que aún sigue presente entre nosotros por sus méritos históricos y revolucionarios: Camilo Cienfuegos Gorriarán. A Camilo se le recuerda por sus hazañas guerrilleras en la lucha por la liberación de Cuba de la tiranía batistiana, que le hicieron ganarse la admiración y el corazón de todos los patriotas cubanos, y que alguien tan poco dado a los elogios como el Che, lo considerara como “el más grande jefe guerrillero que dio esta revolución”. Camilo era tan intrépido y audaz tanto en la guerra como después del triunfo revolucionario, que se convirtió en el hombre de confianza de Fidel. Por sus grandes méritos, la historia lo recoge como el Señor de la Vanguardia; el héroe de la sierra y el llano; el jefe invasor insuperable que condujo a la Columna 2 del Ejército Rebelde hasta el centro del país, en medio de carencias y peligros extraordinarios, y como el Héroe de Yaguajay. De acuerdo con Ecu Red y otras bibliografías consultadas, nació el 6 de febrero de 1932 en la barriada habanera de Lawton, La Habana. Hijo de padres originarios de Pravia, Asturias y de Castro Urdiales, Cantabria, de humilde extracción social. El 21 de septiembre de 1949, a los 17 años de edad y ya concluido sus estudios primarios superiores, Camilo firmó su boleta de ingreso a Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Asistió durante el primer semestre del curso académico de ese año, pero tuvo que abandonar sus estudios por problemas económicos. Durante el período en que fue estudiante de San Alejandro, estuvo trabajando en la tienda “El Arte”, como aprendiz de sastre. Su temperamento jovial y sonrisa franca, le hacía ganar amigos desde el primer encuentro. En 1954, se vincula a la lucha contra la dictadura de Batista y es fichado por los órganos represivos, por lo que se ve obligado a abandonar el país. En Nueva York supo del proyecto que encabezaba Fidel Castro, encaminado a organizar una expedición armada en México, con el propósito de desembarcar en Cuba y emprender la lucha armada contra la dictadura. Aquella empresa encajaba con sus ideales y, tras ser expulsado por las autoridades migratorias estadounidenses luego de vencerse su permiso de residencia, marchó hacia México, a donde llegó el 19 de septiembre de 1956. Fue uno de los 82 expedicionarios del Yate Granma. Ya en la Sierra Maestra integró la Columna 1 “José Martí”, al mando de Fidel Castro. Participó en forma destacada en numerosos combates contra el ejército del dictador, así como que dirigió arriesgadas misiones en el llano, en el triángulo Bayamo, Manzanillo, Las Tunas. Al pasar las fuerzas rebeldes definitivamente a la ofensiva, el 18 de agosto de 1958, ya comandante, recibió la riesgosa misión de que, junto a la Columna 8 Ciro Redondo —del comandante Ernesto Che Guevara— realizara la invasión al centro del país, reeditando la proeza de los mambises en la Guerra de Independencia. Quizás el hecho que más lo distingue en la historia de la última etapa de la lucha insurreccional es el combate de Yaguajay, que tuvo una duración de 10 días y un final victorioso, el 31 de diciembre de 1958, hecho que coincidió con el de la toma de Santa Clara por las tropas al mando del Che. Después del triunfo de la Revolución, el 1ro de enero de 1959, Camilo fue designado jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde. Desde su puesto desempeñó importantes tareas militares mientras reestructuraba las nuevas fuerzas armadas del país. El 28 de febrero del 59, después de cumplir la misión de conjurar la traición Hubert Matos, que hasta entonces comandaba las fuerzas rebeldes en la provincia de Camaguey, toma una avioneta de regreso a la Habana, en cuyo trayecto desapareció junto a sus compañeros, los que nunca fueron encontrados. En esta apretada síntesis, en el 58 aniversario de su desaparición física, y en medio de las dificultades que enfrenta el país en su camino por salir adelante frente a las pretensiones imperiales de Estados Unidos, es oportuno que recordar las palabras de quien fuera su jefe, compañero y amigo inseparable: “Camilo, el guerrillero, es objeto permanente de evocación cotidiana, es el que hizo esto o aquello, una cosa de Camilo, el que puso su señal precisa e indeleble a la Revolución cubana, el que está presente en los otros que no llegaron y en aquellos que están por venir. “En su renuevo continuo e inmortal, Camilo es la imagen del pueblo”.

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