sábado, 25 de julio de 2020

!Ni olvidados ni muertos!

Rafael Carela Ramos El asalto al cuartel Moncada por la Generación del Centenario comandada por Fidel Castro, se ha calificado de diversas maneras, a mí se gusta decir que tocó la clarinada sobre la necesidad de la lucha armada, como método principal de lucha para liberar a la Patria del oprobioso régimen de Batista que detentaba el poder. Uno de los hechos aleccionadores de los asaltantes, es haberse enfrentado a una fuerza muy superior en hombres y armamentos que tenía el régimen en esta, la segunda allí fortaleza militar del país, y que pese a no lograrse el objetivo de la toma del cuartel, sí lograron el mérito imperecedero de la victoria de las ideas que los llevaron allí, materializadas el 1ro. de enero de 1959 por el pueblo cubano. . El día señalado, pocos minutos antes de la cinco de la mañana la fuerza revolucionaria, acuartelada en la Granjita Siboney, a unos pocos kilómetros de Santiago de Cuba, se puso en marcha. Eran 158 hombres y dos mujeres, en 16 carros, 10 en cada uno. El primer grupo, en el que iba Fidel, lo integraban 45 hombres. La vanguardia del grupo, que tomó la Posta 3, la integraron: Renato Guitar, José L. Tasende, Pepe Suárez, Jesús Montané, Pedro Marrero, Carmelo Noa, Ramiro Valdés, y Flores Betancourt. El armamento de los revolucionarios estaba compuesto por una ametralladora de mano calibre 45 y una carabina M-1, el resto eran escopetas de perdigones y pequeños fusiles calibre 22; el enemigo, que contaba según datos oficiales con unos 500 hombres, tenía tres compañías de fusileros, otra de 116 armas auxiliares: ametralladoras –incluyendo las de calibre 50-, tanques, morteros, granadas de mano, y el resto personal militar diverso. Los revolucionarios que atacaron el Palacio de Justicia fueron Raúl Castro con 10 hombres, quienes ocuparon enseguida el edificio. De igual forma, Abel Santamaría, con 21 hombres, ocupaba el Hospital Civil; iban también con él, el doctor Mario Muñoz y dos compañeras: Haydee Santamaría y Melba Hernández. A pesar del valor de los atacantes, falló el plan y la superioridad del enemigo se impuso al final. Cuando se retiraban el hospital, llegaron los soldados, que no lo descubrieron en un primer momento porque los revolucionarios se vistieron de enfermos y se acostaron, pero al parecer una delación hizo volver a los uniformados, y estos fueron descubiertos y posteriormente masacrados. Fallido el factor sorpresa al toparse casualmente el carro de Fidel con una patrulla de recorrido exterior, dio tiempo a que se movilizara el campamento, lo que dificultó el intento de tomar la fortaleza. Después de más de dos horas de combate, Fidel, que no quería retirarse, ante la difícil situación, no tuvo otra alternativa que dar la orden de retirada. Los días siguientes fueron un martirio para la mayoría de los asaltantes que quedaron con vida después del combate, en el marco de la orgía de sangre llevada a cabo por la oficialidad y la soldadesca vengativa que, habiendo tenido más bajas que los atacantes y cumpliendo la orden del tirano, se dedicó a matar a 10 revolucionarios por cada soldado batistiano muerto en combate. Al referirse a estos hechos, caracterizados por su falta de ética militar, cobardía y falta de eficiencia combativa en el enfrentamiento al enemigo, Fidel expresó en su alegato en el juicio del Moncada, conocido como “La Historia me Absolverá”: “Señores magistrados: ¿Dónde están nuestros compañeros detenidos los días 26,27,28 y 29 de julio, que se sabe pasaban de 60 en la zona de Santiago de Cuba? Solamente tres y las dos muchachas han comparecido, los demás sancionados fueron detenidos más tarde. ¿Dónde están nuestros compañeros heridos? Solamente cinco han aparecido; al resto, lo asesinaron también”. “ Si el Ejército tuvo diecinueve muertos y 30 heridos, ¿cómo es posible que nosotros hayamos tenido ochenta muertos y cinco heridos ¿Quién vio nunca combates de veintiún muertos y ningún heridos, como los famosos de Pérez Chaumón?1…Quién les dijo que el honor de un ejercito consiste en asesinar a heridos y prisioneros de guerra?” De acuerdo con la obra El Juicio del Moncada, de Marta Rojas, los mártires del Moncada fueron 61(sólo cinco caídos en combate) los demás fueron torturados y asesinados; pero la muerte de ellos no fue en vano, porque no están olvidados, viven en la gran obra de la Revolución y en el corazón de su pueblo. En nombre de ellos la Revolución vive y seguirá adelante. -(Comandante jefe del Servicio de Inteligencia Regimental)1

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