viernes, 23 de mayo de 2014

PRECIOS CON ALAS DE LOS PRODUCTOS DEL AGRO EN SANTIAGO DE CUBA

RAFAEL CARELA RAMOS Hace casi 20 años, tres meses después de haberse creado los mercados agropecuarios de oferta y demanda, en octubre de 1994, publicamos un trabajo en este propio periódico relacionado con las expectativas que despertaba en la población la puesta en marcha de estos centros, partiendo de las posibilidades de ofertas complementarias de alimentos, al tiempo que alertábamos acerca de los elevados precios de los productos. Desde su inauguración, dos décadas atrás, en la que tuve la oportunidad de participar, los mercados agropecuarios – en este caso Mercado La Plaza, en Aguilera y Padre Pico, en Santiago de Cuba-, exhibían en sus tablillas de ofertas altos precios, como a 25 pesos la libra de carne de puerco; 5 pesos la libra de malanga; 2 pesos la libra de viandas como el boniato y la yuca; l.50 pesos la libra de calabaza; y más de 10 pesos diferentes tipos de frijoles. Veinte años después, no sólo algunos de esos precios se mantienen, sino que han aumentado, como el día de nuestra visita al centro, con las carnes de cerdo 25-30 pesos la libra; el de carnero, 24 pesos; el frijol colorado, 14 pesos la libra; las viandas, 2.50 pesos; el tomate, 5 pesos; el pepino, cuatro pesos la libra; el ajo, 3 pesos cada uno; paquetes de zanahorias, 5 pesos; un vaso de ajíes, 5 pesos, etc., similar a otros mercados de oferta y demanda, casi igual en los mercados estatales, y aún peor por parte de los vendedores ambulantes, para insatisfacción de los consumidores, que no han podido ver mejoría en la presencia de la mesa familiar. Se ha dicho, y las leyes de la economía lo prescriben, que para bajar los precios, primero debe aumentarse la producción, es un hecho; más, en nuestro caso, además de este principio, concurren otros factores que contribuyen a la elevación de los precios de los productos del agro y de otros sectores, pues aunque han aumentado en cierta medida, estas producciones, no han bajado en absoluto los precios. He revisado los datos de la producción de la Agricultura en la provincia, en informes del Gobierno durante los últimos tres años, comprobando que las cifras han venido creciendo modesta, pero paulatinamente. Por ejemplo, en el año 2011, la producción mercantil del MINAGRI aquí, fue de 506 millones de pesos; en el 2012, pese al paso destructor del huracán “Sandy”, que provocó serias afectaciones, alcanzó los 530.9 millones de pesos, con un 2,8 % de crecimiento, por sus relevantes resultados hasta el mes de septiembre de ese año; y, en el 2013, la producción fue de 587,7 millones de pesos, con un crecimiento del 5 % respecto al año anterior. Pese a los grandes esfuerzos que realiza la Dirección del país y de la provincia por resolver esta situación, lo logrado no es suficiente todavía para satisfacer las necesidades de la población, pero tampoco es una razón para la elevación de los precios, ni mucho menos, cuando se produce más. ¿ Entonces? En conversación con administradores y trabajadores de mercados estatales, trabajadores por cuenta propia y arrendadores de antiguos “mercaditos”, y transportadores de mercancías, estuvieron de acuerdo en que todavía es insuficiente producción de la Agricultura en el territorio; pero que, además, problemas como el mayor precio que actualmente les imponen los productores, por ejemplo, la carne de puerco en pie a 14 pesos (tiempo atrás era a 10-12); la caja de mangos de bizcochuelo llevada al mercado al precio de 120 pesos, y de corazón a 50 pesos; el alto costo del transporte para traer las mercancías; los intermediarios, que a veces son más de uno; aparte de los revendedores cuentapropistas e ilegales, que le ponen lo suyo, es difícil que puedan bajarse los precios. De acuerdo con estas realidades, parece que aún tendremos que esperar para notar la mejoría en la mesa, por lo que si queremos que la espera no sea demasiado larga, hay que trabajar duro para producir lo que necesitamos, y llevar a cabo el enfrentamiento riguroso a las especulaciones de productores y con el transporte; eliminar de una vez los intermediarios, con la producción directa del surco al mercado; no darle cabida a revendedores, y entrar por el aro a los ilegales, que pululan por las calles de nuestros pueblos y ciudades.

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