miércoles, 4 de febrero de 2015

Bloqueo de EE.UU. a Cuba: El Rubicón americano

RAFAEL CARELA RAMOS #SantiagodeCuba.-El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, constituye el Rubicón americano del ámbito de las relaciones bilaterales y de buena vecindad entre ambos países. Impuesto oficialmente mediante la Proclama Presidencial 3447 del entonces presidente Kennedy, el 7 de febrero de 1962, es decir, en 53 años, el bloqueo le ha causado enormes daños humanos y económicos al país, afectando con ello a todos los sectores de la sociedad cubana. Esta medida imperialista, según un memorando del subsecretario Mallory, en 1960, tiene el propósito de crear “hambre, desesperación y sufrimiento para provocar el derrocamiento del Gobierno revolucionario”. En la actualidad, como apuntó Raúl en su discurso en la reciente III Cumbre de la CELAC, “parece indicar que el objetivo es fomentar una oposición política artificial por medios económicos, políticos y comunicacionales”. Especialistas sobre este tema señalan que desde la Conferencia Naval de Londres, de 1909, es un principio aceptado en el Derecho Internacional que “el bloqueo es un acto de guerra", y siendo así, sólo es posible su empleo entre los beligerantes. No existe, por otra parte, norma del Derecho Internacional que justifique el llamado "bloqueo pacífico", el cual fue práctica de las potencias coloniales del siglo XIX y del principio del pasado siglo. De esta forma, EE.UU. no sólo contraviene ese documento normativo, sino además, la Carta de Naciones Unidas y los Derechos Humanos de todo un pueblo. El bloqueo dificulta, por ejemplo, la cura de niños que padecen enfermedades, sobre todo, las oncológicas, con el correspondiente sufrimiento de estos y sus familiares; la adquisición de medios para la enseñanza; las exportaciones e importaciones de productos en USA y en terceros países; la compra de alimentos, equipos y maquinarias; la producción de libros de textos escolares y de obras artísticas y literarias; el intercambio de académicos y otros profesionales y, en general, el desarrollo del país. Cuba ha advertido en las recientes conversaciones con EE.UU. sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, que estas constituyen “el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales, pero que no será posible mientras exista el bloqueo”. Paralelamente subraya, entre otros hechos, la necesidad de la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo; el cese de las transmisiones radiales y televisivas violatorias de las normas internacionales; y que haya una compensación justa a nuestro pueblo por los daños humanos y económicos que ha sufrido. De la misma forma, expone aspectos puntuales, como que persisten la prohibición de créditos y del uso del dólar en nuestras transacciones financieras internacionales; se impiden los viajes individuales de norteamericanos bajo la licencia para los llamados intercambios “pueblo a pueblo”, condicionándose esos a fines subversivos. Y, continúa prohibida la adquisición en otros mercados de equipos y tecnologías que tengan más de un 10 % de componentes norteamericanos y las importaciones por Estados Unidos de mercancías que contengan materias primas cubanas, entre otras muchas medidas. En su discurso en la III CELAC, el mandatario cubano Raúl Castro Ruz apuntó que “el presidente Obama podría utilizar con determinación sus amplias facultades ejecutivas para modificar sustancialmente la aplicación del bloqueo, lo que está en sus manos hacer, aun sin la decisión del Congreso”. “Sabemos, agregó Raúl, que el cese del bloqueo será un camino largo y difícil, que requerirá del apoyo, la movilización y la acción resuelta de todas las personas de buena voluntad de Estados Unidos y el mundo; de la aprobación por parte de la Asamblea General de la ONU, en su próxima sesión, de la resolución que reclama ponerle fin y, muy en particular, de la acción concertada de nuestra América”. Esta arbitraria medida, impuesta desde hace más de medio siglo, los cubanos la sentimos en la piel; cuando nos sentamos a la mesa, o vamos de compra a los mercados; si se necesita un medicamento; en tratamiento en el hospital; a la hora de vestirnos y calzarnos; y en otros muchos aspectos de la vida en nuestra sociedad. Por eso la lucha contra el bloqueo de Estados Unidos, con el apoyo de la comunidad internacional que lo ha rechazado en 23 ocasiones consecutivas, y que en la última sesión de la Asamblea General de la ONU sobre el tema, el pasado año, voto contra USA en 188 ocasiones, no cesará hasta su eliminación, porque es un derecho humano y un acto de justicia y soberanía nacional.

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