martes, 5 de junio de 2012


Gerardo Hernández Nordelo
LOS BARROTES NO PUEDEN
APAGAR LA LUZ DE SU EJEMPLO
RAFAEL CARELA RAMOS
Gerardo Herández Nordelo, uno de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos prisioneros injustamente en Estados Unidos, cumple hoy 47 años, casi 14 los cuales ha pasado en   cárceles de máxima seguridad de ese país.
Como millones de cubanos, Gerardo es de origen sencillo y una firme formación patriótica, para quien servir a la tierra que lo vio nacer es más que un deber, una razón de ser.
Este hombre fue detenido el 12 de septiembre de 1998, juzgado y sentenciado, junto a otros cuatro compañeros, acusados de Conspiración para cometer espionaje, y en su caso personal, además, por Conspirar para cometer asesinato por el derribo de dos avionetas que violaban el espacio aéreo nacional, delitos graves que no pudieron ser probados por la Fiscalía norteamericana, pues  Gerardo ni tripulaba los aviones Mig cubanos, ni estaba en la base de San Antonio, ni dio la orden del derribo. Y por lo tanto era ajeno al suceso.
En el juicio que duró siete meses testificaron, incluso, cuatro generales  retirados del Ejercito de Estados Unidos. quienes declararon que no había nada relacionado con espionaje este caso, pero la vista fue en Miami, donde reina el odio contra Cuba, y por tanto, ellos no podían tener allí un juicio justo.
Como prisionero, al igual que el resto de sus compañeros, le han sido violado sus derechos, uno de los más injustos es haber sido enviado al “hueco”, celdas de confinamiento solitario destinadas a reclusos de alta peligrosidad y mala conducta, sin motivo alguno, violándose  el reglamento de prisiones de USA, que no sólo establece a quiénes enviar allí, sino también que en los casos de aplicación disciplinaria es por sólo 60 días.
Y si eso es abusivo y doloroso, nunca explicado a la opinión pública, más lo es que durante casi 14 años  nunca ha podido ver a su esposa, a quien el Gobierno de EE.UU. le niega la visa, aduciendo el absurdo pretexto de que ella constituye un peligro para la seguridad nacional de ese país.
Adriana Pérez, su esposa, con más sentimiento que palabras, ha dicho sobre eso que “duele la ausencia, la prohibición de un abrazo, la prolongación de una visita que nunca llega, la distancia geográfica y la saña política, que corta de un solo tajo la ilusión de ese día”.
Siempre me he preguntado la razón de ese odio contra Gerardo, y quizás la respuesta la encontremos en el alegato que éste hiciera en el juicio en que se condenó: “…La Fiscalía considera, y así lo ha  pedido, que debe pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es este, en algún otro nivel  del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: “Sólo lamento no tener más que una vida para entregar a mi Patria”.
En este, su 47 cumpleaños, Gerardo cuenta con la satisfacción de tener el amor su pareja y su familia, la lealtad de su pueblo y la solidaridad de millones de hombres y mujeres justos  de este mundo.
Las rejas  que impiden su libertad, no pueden apagar la luz de su ejemplo.

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