Obama, Irán
El canal 10 de la televisión israelí
informó que el presidente Obama se reunirá con el premier de Israel,
Benjamin Netanyahu, para ratificarle una promesa: EE.UU. usará la fuerza
en junio del 2013 si Irán no desiste de su programa nuclear destinado a
obtener la bomba (
www.timesofisrael.com,
14-8-12). La reunión tendrá lugar en Wa-shington o Nueva York a fines de
septiembre o comienzos de octubre, las fechas en que, según voceros del
gobierno israelí, Tel Aviv atacaría aunque no tenga el apoyo
estadounidense. Impensable antes de esa reunión.
Para Obama no se trata sólo de una cuestión de guerra o paz. Si
Israel ataca antes de las elecciones presidenciales de noviembre, en las
que apuesta a su reelección, el ocupante de la Casa Blanca enfrentaría
un dilema: si se abstiene de intervenir, es probable que el poderoso
lobby judío vuelque su apoyo al candidato republicano Mitt Romney,
prestándole un sostén inapreciable. En cambio, si interviene, a saber
qué pasaría con el voto de esa mayoría de la opinión pública que se
opone a la guerra contra Irán.
Una encuesta realizada por ABC News y el Washington Post indica que
el 81 por ciento de los entrevistados se pronunció en favor de
conversaciones diplomáticas directas EE.UU./Irán para resolver la pugna.
Es que miles de familias estadounidenses han pagado por Irak y
Afganistán. A la pregunta sobre las consecuencias de un ataque israelí
en solitario, el 88 por ciento opinó que desataría una guerra en toda la
región (
www.pollingreport.com/iranhtm,
7/10-3-12). Exacto.
Obama prefiere exigir a la ONU que imponga a Irán sanciones cada vez
más duras, espiar su programa nuclear, alimentar a la guerrilla
marxista-leninista Mujaidin-e-Jaiq, aunque figura en la lista de
organizaciones terroristas del Pentágono, continuar las acciones
encubiertas de la CIA en territorio iraní que han causado, entre otras,
la muerte de cuatro científicos nucleares, y darle largas a
negociaciones instaladas en un callejón sin salida. Así posterga el
dilema hasta después de las elecciones.
Irán insiste en que su programa tiene fines pacíficos y lo curioso es
que los 16 organismos de la comunidad de inteligencia de EE.UU. y el
Mossad israelí le dan la razón. Por ahora. “Evaluaciones recientes de
las agencias de espionaje estadounidenses -informa The New York Times-
coinciden plenamente con la del 2007, que concluye que Irán ha
abandonado su programa de armas nucleares años atrás” (
www.nytimes.com,
24-212). El diario señala que en este punto coincidieron James R. Clappe
Jr., director de Inteligencia nacional, David H. Petraeus, director de
la CIA, Leon E. Panetta, jefe del Pentágono, y el general Martin E.
Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto. Hay consenso.
Jay Carney, vocero de la Casa Blanca, afirmó recientemente: “Tenemos
ojos, tenemos visibilidad en el programa (nuclear iraní) y sabremos si
Irán decide fabricar un arma y cuándo” (AFP, 10-8-12). Un alto
funcionario del Consejo de Seguridad Nacional se pronunció en idéntico
sentido: “Seguimos evaluando que Irán no está en vísperas de conseguir
un arma nuclear” (
www.gq.com, 9-8-12). Parece una respuesta a
las declaraciones del ministro de Defensa de Israel Ehud Barak, quien
subrayó que los nuevos datos obtenidos por los servicios de inteligencia
de EE.UU. imprimen más urgencia a la solución del “peligro existencial”
que Irán significa para Israel.
Ehud Barak es uno de los más alarmados -y alarmantes- halcones del
gobierno israelí y, sin embargo, reconoció en CNN que “los dos (EE.UU. e
Israel) sabemos que Jamenei no ha dado la orden de fabricar un arma,
pero está decidido a engañar y a de-safiar al mundo entero” (
//transcripts.cnn.com,
30-7-12). El notable especialista en relaciones internacionales Kennet
N. Waltz arrojó alguna luz sobre la estrategia de Jamenei, líder supremo
de Irán, en el bimensuario Foreign Affaires (julio-agosto 2012).
Los expertos coinciden en que Teherán tiene los conocimientos y
materiales necesarios para la construcción de una bomba nuclear, pero se
refrena y hace espejear la posibilidad de conseguir rápidamente un
elemento disuasivo sin tenerlo. “Esa capacidad podría satisfacer las
necesidades políticas internas de los gobernantes iraníes al dar a los
de la línea dura la seguridad de que podrán tener todos los beneficios
de poseer una bomba (más seguridad) sin inconvenientes mayores
(aislamiento y condena internacional)”, explica Waltz.
Lo cierto es que la ausencia de una amenaza inmediata y la
superioridad nuclear de EE.UU. e Israel impiden justificar un ataque a
Irán. El teniente general Ronald Burgess, director del servicio de
Inteligencia del Pentágono, declaró ante una comisión del Senado que “es
improbable que (Irán) inicie o provoque intencionalmente un conflic-to o
lance un ataque preventivo” (
www.dia.mil, 16-2-12). ¿Entonces la
guerra para qué? ¿O nuevamente se trata de petróleo?(Cubadebate)
(Tomado de Página 12, Argentina)