LA CUBA DE ANTAÑO
NUNCA FUE MEJOR QUE HOY
Rafael
Carela Ramos
Hay
quienes, atraídos por la propaganda de los enemigos de este país, que han
llegado a calificarlo como una de las naciones más florecientes de América
Latina en los años 50, añoran volver a la Cuba de antaño, a la de antes del Primero de Enero
de 1959.
Con el
respeto que me merecen las opiniones ajenas,
voy a demostrar la inexactitud del calificativo, apoyándonos en datos
estadísticas oficiales de entonces, de agencias internacionales y de una organización
religiosa de la época.
En los órdenes económico y social, la Isla distaba mucho de ser de las más desarrolladas
de la región. Como se apunta en La historia de Absolverá, “salvo unas cuantas
industrias alimenticias, madereras y
textiles, Cuba era una factoría productora de materias primas. Se exporta
azúcar para importar caramelos; se exporta cueros para importar zapatos; se
exporta hierro para importar arados”.
Así, expusimos
en un análisis-debate sobre el tema,
hace más de 12 años, que el 23 % del ingreso nacional era aportado por el
sector industrial. De este porcentaje, la mitad correspondía a la industria
azucarera, que empleaba a 80 000 trabajadores, de un total de 270 mil
existentes en el sector. Sólo 14 empresas no azucareras tenían más de 500
trabajadores, cifra considerada entonces
dentro del marco de las grandes empresas.
Un dato
importante es que el 30 % de la población activa estaba desempleada o
subempleada; no había, en lo fundamental, vacaciones retribuidas, salvo
excepciones; y sólo tenían derecho a la
jubilación el 52 % de los trabajadores.
La
situación en el campo era particularmente crítica, con un deprimente de
“doscientas mil familias campesinas sin
una vara de tierra para sembrar viandas para sus hijos”, precisa Fidel en La Historia me Absolverá.
Particularmente
reveladores de la desigualdad que había entonces, son los resultados de una
encuesta realizada por la Agrupación Católica
Universitaria sobre el nivel de vida de los obreros agrícolas, pues solamente
el 4 % consumía carne; el 2.1 % comía huevos; el 1 % consumía pescado; y el 3,4 % comía pan.
En cuanto a la Educación, aspecto
esencial del desarrollo social, de acuerdo con datos oficiales, en 1958 funcionaban
7 768 escuelas públicas con17 355 maestros, una matrícula de 582 000
alumnos, y más de 120 000 escuelas privadas. La cantidad de niños en edad
escolar rebasaba la cifra de un millón.
Esta
insuficiente atención a la Educación daba como resultado que
la mitad de
los niños y adolescentes cubanos no asistía
la escuela, y que en el país hubiese 707 000 analfabetos, de una población
de poco más de cinco millones de habitantes, entre otros males.
Aunque no
pretendemos ir comparando puntualmente cada aspecto expuesto aquí, por la obviedad de las cifras, sí
diremos, por ejemplo, que en 1966, siete años después del triunfo de la Revolución, había ya
141 922 maestros y 1 322 000 alumnos matriculados.
En materia
de Salud Pública, otro medidor esencial del desarrollo, la situación era más deprimente aún,
empezando por una mortalidad infantil de 60 por cada 1 000 nacidos vivos; un
promedio de esperanza de vida entre 53 y
55 años; con 9,6 médicos por cada 10 000 habitantes; y en nuestras zonas
rurales, en general, había carencia de médicos, enfermeras y hospitales.
El
presupuesto para la Salud Pública,
antes del triunfo de la
Revolución, era de 22 millones de pesos en el año,
promediando 3,26 pesos por habitante. Y como no funcionaba ningún programa de salud, las enfermedades infecto
contagiosas, como la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la gastroenteritis y el
parasitismo pululaban, principalmente, en el
universo infantil cubano.
Todos estos
datos de Educación y Salud se encuentran en archivos de la UNESCO y la Organización Mundial
de la Salud.
La Cuba de la actualidad, no es una
sociedad perfecta; todavía nos falta cambiar la mentalidad que obstaculiza el
modo de hacer que necesitamos, y la cultura del trabajo, de la consagración,
disciplina y eficiencia que precisan estos tiempos; pero pese a nuestras
limitaciones y dificultades, que se derivan de la galopante crisis
económica-financiera global, el bloqueo de Estados Unidos –aunque algunos no
quieran reconocerlo- y los errores cometidos, está muy distante de aquellos males de antaño, hijos del
capitalismo.
Este 2013
abrió su calendario con la descollante noticia de que la mortalidad infantil
cerró el año anterior con un 4,8 por cada 1000 nacidos vivos; la esperanza de
vida es de 79 años como promedio; y la erradicación de unas 10 enfermedades que
antes eran un azote de la población cubana.
Por otra
parte, en Cuba hay alrededor de 2 millones de estudiantes matriculados en todas
las enseñanzas y tipos de estudios, desde la Primaria hasta la Universitaria.
En materia
económica, el país se encuentra inmerso en la Actualización de su
Modelo Económico, que ya presenta modestos avances, aunque todavía es una
asignatura pendiente que requiere de mucho trabajo y eficiencia, pero que es, básicamente, una situación muy diferente a la de aquella etapa anterior a Enero de 1959.
La Cuba de antaño, nunca fue mejor que hoy.
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