LOS VALORES
NO SE CAMBIAN
RAFAEL
CARELA RAMOS
La vida
suele ponernos en situaciones inesperadas, en las que se ponen a flote lo que
somos.
Después de
hacer unas compras en el santiaguero mercado
agropecuario del EJT, me encaminé hacia la salida del centro. Atrás iban
quedando la música estridente, los gritos de los vendedores en las carpas, el
regateo de los clientes, los mostradores llenos de productos, el caminar de la
gente para aquí y para allá.
Delante de
mí caminaba una mujer con sendos bolsos en las manos. Llegando a la puerta de
salida algo se le cayó de la cabeza. Ella se detuvo, puso los bolsos en el suelo
e intentó recogerlo. Me adelanté, y en el momento de inclinarme sobre el objeto,
vi que era la bandera de Estados Unidos en forma de pañoleta.
Casi me
detuve en el aire. Se trataba de la bandera de una nación que lleva más de 50
años agrediendo al país de las más diversas formas: con un bloqueo económico,
comercial y financiero, ilegal e
inhumano, que le ha costado enormes pérdidas económicas y sufrimientos a miles
de personas; apoyando ataques terroristas contra oficinas en el extranjero y
diplomáticos cubanos; organizando
atentados contra dirigentes cubanos; estimulando el asesinato de
personas inocentes; y aplicando una política general contraria a todo lo que
signifique Cuba.
Dudé un
instante, pero recordé que nunca en este país en revolución se ha vejado, roto
o quemado una bandera de Estados Unidos ni de ningún otro país, porque respetar los símbolos
patrios es un valor enseñado. Me agaché, recogí la pañoleta y se la entregué a
la mujer. Salimos del mercado y tomamos direcciones diferentes.
La vida
suele ponernos en situaciones inesperadas.
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