viernes, 14 de junio de 2013

EL RINCÓN DE SANTIAGO


EL CEMENTERIO DE MI CIUDAD
RAFAEL CARELA RAMOS

Los cementerios son sitios que tienen la singularidad de no excluir, no discriminar a nadie, pues lo mismo acogen en sus predios  a la persona más rica, que a la más pobre del mundo; al blanco que al negro; al niño que al anciano. Son así de abiertos.

Lo que más me gusta de estos campos santos, es recorrer sus calles estrechas bajo los ciprés, en medio de un silencio sepulcral y con el olor a flores frescas y marchitas pegado a las fosas nasales.

El cementerio de Santiago de Cuba, cuyo nombre es Santa Ifigenia, con el paso de los años ha ido cambiando su imagen. Ya no se sepulta allí a los muertos más   pobres directamente en  la tierra, sino en fosas colectivas construidas después del triunfo de la Revolución en 1959.

Eso lo aprecio, como aprecio la visión de algunas bóvedas en las que manos prodigiosas convirtieron el mármol y el granito en verdaderas obras de arte.

Allí reposan los restos de José Martí, Apóstol de la independencia de Cuba y autor intelectual del ataque al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953; Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la  Patria, que el 10 de octubre de 1868 liberó a sus esclavos y dio el grito de Independencia o Muerte en el ingenio La Demajagua; Mariana Grajales, madre de los Maceo, varios de cuyos hijos dieron la vida en los campos de batalla contra los colonialistas españoles; Frank País, joven  jefe de acción del Movimiento 26 de Julio en la lucha contra la tiranía batistiana; Emilio Bacardí, quien fuera el primer alcalde de Santiago de Cuba; y muchos otras personalidades de la política, la economía y la cultura, y hombres y mujeres de bien.

Este cementerio santiaguero  tiene un poco de escuela, porque no pocas mañanas grupos de niños y adolescentes escolares, con sus maestros  y profesores, van allí a conocer personajes y hechos históricos que ilustran nuestra identidad.

El cambio de guardia de honor que se realiza  cada 30 minutos en el mausoleo a José Martí, Héroe Nacional cubano, marcado por la marcialidad de jóvenes soldados, al ritmo de himnos y canciones patrióticas, es un momento   que los  estudiantes se llevan grabado en su memoria  y que contribuye a su formación.

No miento si les digo que por estas cosas me gusta visitar el campo santo santiaguero

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