viernes, 14 de junio de 2013

Monólogo de dama con gladiolo.
Como siempre, el pez grande se come al más pequeño. La jefa salió al exterior, viajó con todos los gastos pagos y en Miami, donde hace sólo unos pocos años ser negra era la última carta de la baraja, la homenajearon y la premiaron. Luego vino con las maletas llenas de pacotilla.
¿Y yo qué? Que he gastado las suelas de varios pares de zapatos marchando por la 5a. Avenida. Ella y los demás que viajaron hablaron tanta basura que ya el gobierno americano no quiere dar más dinero para que viajen otros disidentes. ¡Estoy embarcada!. Antes la jefa nos pagaba 30 dólares por caminata y hace algún tiempo lo rebajó a 15. ¡La muy .......!. Eso no alcanza ni para la bata blanca y los zapatos. Y tengo que comprar mis propios gladiolos. ¡Ya este negocio no va resultando!.
Ahora dicen que el viaje hay que ganárselo. Hay que realizar escándalos, huelgas de hambre, provocaciones a la policía y caer presas o, de lo contrario, no hay visas. Pero cuando nos quedamos roncas en medio de la calle gritando contra el gobierno, la gente se vuelve contra nosotros y tiene que venir la policía a protegernos, y cuando nos tiramos en el suelo, vienen unas mujeres policías, nos cargan, nos meten en un ómnibus con aire acondicionado y nos dejan en nuestras casas. Ya no sé que hacer para que me golpeen o me metan presa. Enseñé en la SINA el morado de un pellizco que me dió mi marido y me dijeron que no era prueba suficiente. ¡Ayúdenme por favor! ¡Creo que me merezco un viajecito!.

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