viernes, 17 de febrero de 2012

?Dónde está la transparencia y la legitimidad del sistema electoral de Estados Unidos ?



RAFAEL CARELA RAMOS
Una noticia recorre el mundo por estos días sorprendiendo a ignorantes y eruditos: “EE.UU. tiene casi  dos millones de muertos inscritos como votantes activos”. Pero no sólo esto, sino que 51 millones de ciudadanos están aptos para votar pero no se han empadronado; cerca de 12 millones de personas inscritas tienen direcciones incorrectas o errores en la información, y alrededor de 2.75 millones tienen registros en más de un estado.
Habría que ver quiénes se han beneficiado con estos votos y otras irregularidades por el estilo que han sido detectadas por el un estudio del estadounidense  Centro Pew sobre los registros votantes de USA.
Y uno se pregunta cómo es posible que esto ocurra en el país  que se jacta de ser el más demócrata del mundo y cuestiona a los que no repiten su modelo.
Esto es inimaginable en un país que cuenta con los medios informáticos, cibernéticos y las computadoras, etcétera, más avanzados del planeta.
Pienso que este fenómeno es tiene que ver sólo con los medios técnicos, sino también con la falta de organización y control de las autoridades competentes, o quizás por otras causas más oscuras que tienen que ver son intereses partidistas o de estados de la Unión.
Sí, porque es difícil convencer a nadie de que eso son simples errores, cuando se dispone de todo lo necesario para que ello no ocurra, siempre y cuando esté presente la voluntad política.
Pero no sólo de esto padece el sistema electoral norteamericano. El “Bushazo” del 2008, en el que la Corte Suprema de USA decidió otorgarle la presidencia a George W Bush, a pesar de que este recibió menos votos que su oponente demócrata, es un ejemplo que deja muy mal parado, desde el punto de vista ético, a ese sistema.
Y, como sello distintivo de las elecciones estadounidenses está que para ganar una denominación e incluso para postularse, hay que tener dinero, mucho dinero.
Así, según The New York Times, citado por nuestra prensa nacional, republicanos y demócratas habían recaudado al finalizar el pasado año, un monto de 777 millones de dólares y gastado 610.1 millones de dólares, sin haber comenzado aún las primarias de uno y otro partido.
Detrás de esto están las donaciones no declaradas de las organizaciones, monopolios y trasnacionales, que aportan a los candidatos, para después lucrar  a costa de esto. Entonces, dónde está la transparencia y la legitimidad de esas elecciones.
No obstante tener un  techo de vidrio, con las inconsistencias señaladas, Estados Unidos no se ha cansado de criticar el sistema electoral cubano,  aduciendo uno u otro pretexto, a pesar de que a diferencia de ellos, el sistema político cubano se asienta básicamente en principios como el pueblo propone y nomina a sus representantes, no el partido, el pueblo elige por el voto libre, secreto y directo a sus representantes; el pueblo controla a sus representantes; el pueblo revoca a sus representantes, y están prohibidas las campañas electorales por los candidatos propuestos. 
Y, un hecho “sui géneris” para la mayoría de los países: el pueblo participa realmente, junto a sus representantes, en la toma de decisiones más importantes, más estratégicas para cada ciudadano, la familia o para el Estado.
La real democracia, en sentido general, es la que asume su identificación con la realidad, los sueños, las aspiraciones y necesidades espirituales y materiales del ser humano, como en nuestra sociedad, sea como fuere su sistema electoral.  

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