El Rincón de Santiago
RAFAEL CARELA RAMOS
Santiago de Cuba es una ciudad musical. Aquí la música forma parte de la vida del santiaguero,
acompañándolo en las fiestas, el
trabajo, en el descanso, y hay hasta quienes de acuestan a dormir con melodías.
En Santiago nacieron, tocaron y cantaron famosos tríos como el
Matamoros, el dúo Los Compadres y el
grupo de “Ñico” Saquito, conocidos internacionalmente.
Reconocidos cantantes como Pacho Alonso con sus Bocucos; y más
recientemente Eladio Ochoa, ganador de premios
Granmis, y otros que dejaron su impronta
en las venas de la ciudad, quizás menos conocidos, han mantenido la tradición a
lo largo del tiempo y el espacio.
Dan vida también, a esa
tradición musical. la existencia de centros como la Casa de la Trova, donde actúan viejos y
nuevos trovadores desgranando las notas musicales y letras que le salen del
alma; la Casa del Caribe y la Casa de África, que tiene la actuación de grupos musicales
como parte de su quehacer; y por donde desafilan visitantes extranjeros y
nacionales; así como los focos culturales de las comunidades de la ciudad.
Pero subsisten, junto a los más conocidos, algunos de los llamados
hombre orquesta, que de modo personal le
sacan música a tambores, cencerros, maracas,
platillos, y la voz que la naturaleza le dio a cada uno, siempre premiados
por la presencia de público.
De modo especial, todos los años se celebran en Santiago el Festival
del Son y la muy especial Fiesta del Caribe, dedicada cada año esta última a un
país de la región, y que esta vez le tocó a Colombia. Los días de este festival
son verdaderas fiesta de pueblo, que disfruta desfile por las principales
arterias de la ciudad de grupos foráneos con su música autóctona. El punto culminante
de la fiesta es la quema del Diablo, en una ceremonia que se lleva a cabo, al
final del desfile, en la espaciosa Alameda Michaelsen, junto a la bahía.
La centenaria Conga de los Hoyos, es
la manifestación de júbilo popular más relevante. Como ninguna otra,
“Los Hoyos”, arrastran tras de su toque inigualable a cientos de personas, que sudorosas
pero plenas de goce, “arrollan” lo mismo
loma arriba que loma abajo, por la irregular topografía santiaguera.
Podría decirse mucho más, pero basta con que Santiago de Cuba es una ciudad musical.
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